lunes, 15 de diciembre de 2008

Puro garabato

Dejadle descansar.

Aunque solo fuera una semana.

Y que salga a la calle a oxigenar su mente y refrescar sus ideas; acaso sentado -como dice la canción aquella- en el muelle de la bahía; en la punta del dique erecto que mancilla la bahía.
Con sus cuatro pelos de equino émulos ondeando al viento duro; reviviendo enconados alborotadas cabelleras que nunca volveran a poblar su cabeza.

Que podremos subsistir sin su cotidiano espacio: su genuino y tembloroso pulso de la actualidad adocenada. Que el como nadie garabatea.

Garabatos sin más, garabatos desnudos, manchurrean media página del hacedor en la edición de hoy.

Garabatos.

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