Un petardo ha estallado en el domicilio del silente.
Con poco entusiasmo es verdad, el hacedor inserta una breve reseña -dando cuenta de la relevancia del asunto: ninguna-.
Son días de vandalismo juvenil en la aburrida ciudad que gobierna. Y raro es el ciudadano que no haya sido víctima del mismo.
Y ello no demuestra otra cosa que como todos los gobiernos se hace la vista gorda con los establecimientos que venden material pirotécnico. Y el no podía ser menos: se calla ante ello. Por algo es el silente.
El petardo, si es que alguna ridícula connotación política le quieren dar, debería sonar en plena sesión de alguno de sus plenos; aver si se larga y deja libre la democracia a esta ciudad que el, con ocho de los suyos, mancilla por órdenes del factotum.
Brondo vete ya!
viernes, 26 de diciembre de 2008
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