Que nadie lo turbe.
Sin pedirlo el supremo hacedor, aliviándolo, nos recuerda no obstante que el no obstante está ahí vigilante, pillándolo en alguna firma de convenio o en alguna entrega de distinciones. Ahora, dado el férreo marcaje, sin merienda.
Ahora sin duda que los mismos se hallan justificados dado los formidables esfuerzos que ha de suponerle mantener la entereza en los plenos donde tampoco su locuacidad no destaca. Más bien sus desabridos gestos pidiendo lo que el tanto desea siempre y de que da ejemplo: silencio.
Lamentable espectáculo del jefe de la banda que ha traido la ignomia a esta ciudad que por fortuna no está en el centro de interés de casi nadie, aliviando así un espectáculo a escala nacional.
Por no saber no saben ni ser tránsfugas. Ni vender su mercancía corrompida y abrirse.
jueves, 11 de diciembre de 2008
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