Al que me teneis enganchado.
Cliente habitual de inveterada costumbre.
Poco más me puedes pedir.
A veces incluso, los fines de semana, me meto dos.
La máquina italiana funciona. La mantenéis bien.
Generosa espuma.
Aunque nunca he andado con exigencias ni remilgos.
Tenéis buena mezcla.
No es más caro que en otros sitios.
Y como tengo pillado el horario leo el diario de gorra.
No me puedes pedir mas.
Que te me plantes enfrente y me conmines a hacer un comentario del partido -había en ello además crueldad y saña (te aprovechas ademas, ves, de mi adicción)- de ayer.
Presuponiendo que lo viera.
Y no tengo ganas de hablar.
Y ni siquiera vi el partido.
Yo solo vine a tomar café a tu establecimiento.
Podría pedirte doble de azucar, que me lo calentaras más, que no me pusieras tanta leche al cortado. Acodarme y darte la tabarra impía ante tu previsible madrugón. En dicharachera perorata capaz de acabar con los barman más sufridos.
Y por el mismo precio, engullo, te doy el importe exacto, hojeo solamente el diario y pretendo largarme.
Y tu dale que te pego con el partido. Que si fue un baño. Que no se quien me dices que es un cabron y quienes no tienen vergüenza.
Sin reparar en mis ojeras -cierto es que no acostumbro a levantar la cabeza cuando me hablas- ni mi tétrica expresión de asco tras otra noche maldita sin pegar ojo.
Esperando que abrieras si.
Pero solo para engullir tu cafe.
¿Y que cojones te importa a ti que no viera el partido?
¿Y a que viene esa sonrisa?
Volveré, si.
Ya no tengo arrestos de cambiar de cafetería.
Nunca lograría acostumbrarme a las severas inquisiciones que tal hecho trascendente provoca aquí.Como cambiar de peluquería.
Ni al torbellino de rumores que asolaría el barrio en que un desconocido habría osado penetrar en su templo solo sin visa ni recomendación de los parroquianos.
Yo solo vine a tomar café.
Y me lo has sacado más caliente de la cuenta para atosigarme.
Hasta mañana.
domingo, 3 de mayo de 2009
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