Nada más.
Como cada día.
Porque me queda cerca tu establecimiento. Y es comestible tu producto.
Y te pago con lo justo para que no tengas problemas con el cambio.
Y me da igual que me des el chusco mas esmirriado -sabes que no soy exigente- que inevitablemente te sobraría al final del día.
No me interesa conocer las novedades de la vecina del quinto y sus raros trasiegos; idas y venidas, entradas y salidas con diferentes compañías-cuando, por cierto, todos saben que es puta y que se anuncia en la seccion contactos del diario cada día-.
Ni tampoco los detalles escabrosos sobre la bronca espectacular que te dicen que oyeron que contaban que hubo en el portal de la esquina, allí donde los sudacas... con filos centelleantes de navajas descomunales y rostros magullados y ensangrentados -tampoco debió ser para tanto-.
Y que el barrio opine que la oposición ya se está pasando, que los que gobiernan no son tan malos como los pintan.
Que consideres que todos los políticos son unos ladrones, que ninguno, pero ninguno ¿eh? se salva -aunque no has fallado nunca a cumplir con tu ritual cuatrienal; y todos saben quien es tu tío-.
Y oir cagarse en Zapatero. Con el maldito ruido de fondo característico de Losantos envenenando el ambiente -como si no hubiera bastante con el matinal desfile de alucinados adictos a la losantina de relampagueantes ojos zigzagueando sobre la acera-.
Y serás tu que tengas frío, o hayas dormido mal o te preocupe el tiempo para el fin de semana.
Yo solo vine a comprar el pan.
Y he aguantado estoico en la cola que deliberadamente se alarga; y escuchado todos los comadreos. Y te di los buenos días e imposté una sonrisa. Y te pague los justo.
No me pidas mas. no puedes pedirme mas.
Solo vine a comprar el pan.
A nada mas.
viernes, 1 de mayo de 2009
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