lunes, 25 de mayo de 2009

ahora si

Que las fiestas están aquí.

Tempestivamente preludiadas este año por la gincogema.

Un camión descomunal descargando palets de cajas de birras alemanas de nombre indescifrable es el más apropiado símbolo de que el gran evento está aquí.

Los arponeros esquilman nerviosos y azorados los titánicos frigoríficos del Lidl en pos de material de relleno para la paella oficial. ¿Quien dijo que irian ha "fer crancs"?

Aunque en el Lidl es buen sitio también para esto. Los tiempos cambian.

Paellas que puntuan especial en el ranking.

Aunque un tupper oculto en el doble fondo de alguna mochila será de nuevo el secreto del éxito.

Que ni los pelacebollas o palanganeros no son de fiar estos días.

Aunque cierto es que en gincogema tampoco hay paella mala. Que siempre llegará la turba ni niñatos famélicos o gorrones que darán buena cuenta. Que sustituirán las bolsas de basura una vez más olvidadas en la lista de la compra.

Tres días seguidos de cogorza sin parar. Sin distinguir el día de la noche, y sin necesidad de concesiones a la tradición -aunque alguna habanera y ranchera (muy nuestra) proferirán desde agrietadas voces. Y aunque algunos habrán de aguantar la visita intempestiva de la parienta. que aprovecharán para hacerla fregar los platos.

Hacinados en zahurdas polvorientas con olor a cerrado -ya no hay incautos que dispongan el zaquizamí para la ocasión-. Donde el lugar más cómodo es el cacho de cesped del jardincito.

La genunia experiencia de acampar no se sabe donde -pernoctar en diferentes sitios- durante tres días; sin necesidad de deshacer la mochila; comiendo de gorra y sin lavarse ni cambiarse la ropa.

Es Gincogema.

De puta madre.

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