jueves, 28 de mayo de 2009

La plaza desolada

Hoy alguien se ha atrevido a ofrecer imágenes de la plaza asaltada.

Infame fechoría perpetrada. Por más que sellos indelebles, pomposas rúbircas y recargados membretes se estampen en los impolutos folios de un proyecto -alguien habrá cobrado encima por la fechoría-.

Su sentencia de muerte. Que no edulcoran ni las más solementes bendiciones.

Sobrecogedor espectáculo de los viejos pinos vencidos implorando justicia.

De la plaza arrasada.

De la fuente arrancada.

El alma profunda de esta ciudad adocenada mancillada por siempre.

Fenecida mi infancia.

Que allí todavía residía.

Compartiendo columpio y esperanza.

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