viernes, 29 de mayo de 2009

otra vez la desvergüenza garabatera

Aunque se explica que haya tenido que recurrir al archivo. A su poco variado archivo. Elegir entre el chiste de Pregonda o el "Asalto a los Pinos".

Este tipo no tiene vergüenza; aun hoy pide castigo para lo que es un valiente y noble ejemplo de conciencia ciudadana y civismo frente la fechoría; la makarrada de una manada que, curiosamente, dos meses depués, como muestra de su catadura moral pegó el gran petardazo. Y se autoexcluyó de ya su precaria representación popular.

Y aquí es cuando reprocho el silencio ciudadano. No el garabatero que siempre ha estado con los tránsfugas y el factotum que le paga.

Castigo pide todavía el sinvergüenza. Y compara el acto cívico y legítimo con la fechoría de una jauría borracha y loca, que fueron -como en aquellos tiempos- a buscar a su casa a un cargo público para lincharlo. Claro que la encabezaba, más chumado que los demás el hijito de una conocida y siniestra mandamasa de los suyos.
Esto no es que lo minimice sino que el vergonzoso garabatero-fiestero lo aplaude.
Aplaude la acción de la turba enloquecida lanzándose calle abajo babeante y sedienta de odio y violencia.

Siempre hay un lienzo en el Hacedor para que el garabatero excrete su miseria.

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