domingo, 28 de junio de 2009

el peor caixer senyor de la historia

No me refiero a este -que fue, como normalmente suele ser, anodino-. Sino al anterior.

Fue ciertamente el peor caixer senyor de la historia reciente –aunque no soy dado al estudio y consulta de dicha historiografía, tan ciertamente anodina-.

Desganado. Desgarbado. Antipático. Ajeno.

Le venía grande tal distinción. Tamaño honor.

Le quedaba muy lejos el cargo. Muy lejos. En las antípodas.

Acortó y abrevió lo que pudo de la fiesta. Y demoró hasta el hatío las meriendas y refrigerios cuya es para ellos -pata estos nobles- la gracia de las fiestas (y el engorro el paseito con el caballo). Se logró escaquear incluso una mañana alegando indisposición –y no con la excusa de una jornada anterior agotadora que paso sin pena ni gloria-. A estos, aunque lo tendría, como los toreros no necesitan tener a mano un parte médico para justicar espantadas.

Y luego, a la tarde, no podía aguantar más el tostón y amenazó con suspender los juegos; y generar con ello un gravísimo conflicto de orden público.

En lugar de pasar a la historia como lo que fue –el peor, como mínimo de los últimos años-; ahora el gran hacedor, el ínclito émulo local de PJ, en su habitual tabarra temática no pierde ocasión para ensalzarlo y convertir –maestro mágico del tapujo del remiendo- un conato de espantada en “punto de inflexión-.

En el balcón del marqués con un pelotazo de gin tonic en vaso de cristal está su sitio.

Por mucho que el émulo -no creo que por amor a la causa (también pudiera ser)- se encargue de glosarlo siempre que puede.

Que vuelva la normalidad, por favor.

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