sábado, 20 de junio de 2009

cerillas mojadas

Poco calado -y me duele advertirlo así- ofrecen los "mistus" sabatinos. Inmerso también tal eminencia en la euforia festiva.

Como si, mas que emularlo, se hubiera contagiado de los garabatos y avellanas llenas de su colega (insólito colega).

Y con concesiones a la tonteria popular (que algunos llaman sabiduría): "Qui no lliga per Sant Joan....".

Jejeje!!

Caldeando pues el ambiente; el fragor de la gran caldera que con los ingredientes de siempre va gestándose. Maloliente y bulliciosa.
En esto al menos se agradece la honradez, delatando el sentido más profundo de las fiestas.
La necesaria tregua liberadora de yugos, cadenas y bozales.

Y ya puestos, en lugar de las socorridas camisetas -que no suelen durar media jornada- ya puestos podrían regalar un manojo de preservativos en estuche sanjuanero.
Luego, pues, a la mañana, los restos de la vorágine mantedrían sobre la inmundicia de las calles un tono de fiesta.

Por todas partes se escuchan ya borrachos gritar.

Y su tétrica pose se exhibe ya sobre la acera y te asalta.

Y te detiene.

Y te hace beber su pócima repugnante.

¿Animado para las fiestas?

Y quien sino.....

No es posible no naufragar en ellas. No padecer el estado de excepcion.

Huir de los borrachos sobre la acera.

Que huyen de los caballos, buscando solamente gresca.

Y pedazos de carne para sobar.

Demasiados borrachos.

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