La del manojo de rosas, algo con pinta de opereta, ha cedido el testigo a la más genuina muestra -de interés antropológico- del teatro basura, perpetrado por el que fue nefasto comediante Forteza -una especie de Antonio Ozores del teatro-.
Y no hay otro sitio para exhibir este producto.
Otra semana toca emigrar para poder ver cine.
Desde que aquellos dos cercernaran los últimos vestigios; aquellos dos, debidamente velados ahora, a la espera de la remoción de las últimas trabas, obtengan el placet definitivo a la recalificación.
Cuanta miseria.
Que tristeza de ciudad.
Una ciudad sin cine.
domingo, 15 de febrero de 2009
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