Todavía albergo la esperanza de largarme para siempre de este granero envenenado.
Acaso no sea demasiado tarde.
Acaso aun no sea demasiado cobarde.
Y olvidar facilmente lejos tan escasas anécdotas; tan precarias historias.
Largarme a cualquier parte.
Arrastrando nostalgia de malos recuerdos.
Los únicos que tengo.
Y no es posible vivir sin ellos.
Como no es posible vivir sin nostalgia.
Marcharme a cualquier ignoto pueblo sin historia.
Sin prebostes que honrar.
Sin borrachuzos haraganes que aventan las verdades oficiales en las más turbias tabernas.
O a cualquier ciudad en cuyos pliegues zambullirme.
Ser un feliz desconocido. Un orgulloso don nadie.
Que no pararan por la calle a preguntar donde va.
Ni quien es su padre.
Ni porque ha engordado tanto.
Aun guardo la esperanza de largarme.
De este granero envenenado.
Mas bendecido.
martes, 17 de marzo de 2009
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